Corazón de pájaro: PRÓXIMOS CONCIERTOS

viernes, 18 de septiembre de 2009

PRÓXIMOS CONCIERTOS

8 y 9 de Octubre – FRUTAR – Formosa

19 al 31 de octubre gira por Israel

13 de noviembre – Festival del Litoral - Posadas - Misiones

21 noviembre - Neuquén - Fundación YPF

22 noviembre - Plaza Huincul - Fundación YPF

23 de noviembre – San Carlos de Bariloche – a beneficio de CRIP

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COMENTARIO DE MARIANO DEL MAZO - DIARIO CLARÍN

Teresa Parodi: la hora de la intérprete

Dentro de Teresa Parodi conviven varias vetas artísticas. Si bien la correntina ha blindado su personalidad musical y política a través de una coherencia irreductible, se ha permitido la grieta de las dudas, la reflexión y hasta la autocrítica impiadosa. En su trayectoria acertó y pecó: fue la gran compositora de los años 80 y fue a su vez una inflamada intérprete, fue la decidora confesional y la poeta sensible. Pasó del fogón declamativo al escenario íntimo.

Ahora, después de una serie de discos que la enmarcan en una escala más humana (Soy feliz, de 2003, es en ese sentido elocuente), ha liberado un aspecto poco valorado: el de la intérprete cuidada. Corazón de pájaro es un salto adelante: sin perder su estilo decidor, profundamente expresivo, destapó una entonación y una musicalidad que se entraman con un repertorio compuesto de joyitas conocidas y no tanto.

Dos zambas funcionan como la puerta de entrada: la pintura cotidiana y urbana de Barco quieto de María Elena Walsh y la rural y desolada Tú que puedes, vuélvete, de Yupanqui. Parodi pone el ojo en el Jorge Drexler más bagualero (Soledad), se adueña de un clásico del repertorio de Tomás Lipán (Me gusta Jujuy cuando llueve, de Víctor Yunes Castillo y Miguel Iacopetti) y le da un brillo nuevo a Primera soledad (Tejada Gómez y Hugo Figueroa) y esa frase desgarradora de la poética siempre al borde de Tejada: ¿cómo me voy a morir sin que mi madre me vea?

La producción artística es de Marcelo Perea. Perea priorizó la economía de elementos, ubicando en un primer plano los pianos y las guitarras. Ciento por ciento folclórico, Corazón de pájaro no es un disco de covers: tiene también temas propios. La estatura de compositora de Parodi queda exhibida en Para toda la vida y La inesperada. Pero no hay diferencia entre lo propio y lo ajeno. El disco tiene tal organicidad que todas las canciones parecen firmadas por Teresa Parodi. Esa es, entre otras, una de las virtudes de las grandes intérpretes.

COMENTARIO DE KARINA MICHELETTO / PÁGINA 12

Sin perder el Litoral como punto de partida, Parodi despega hacia un mapa musical más amplio con una profundidad interpretativa que conmueve, redescubriendo a Yupanqui, Fandermole, Drexler o María Elena Walsh, y marcando su presencia como compositora. La gran pintora de paisajes humanos vuelve con “Pastora de soledades”, la impronta social con “Tarumba”, entre otros sellos compositivos de Parodi. Con dirección artística de Marcelo Perea, el disco toma un rumbo diferenciado del de sus últimos trabajos, tal vez más rico en su austeridad.

COMENTARIO DE SANTIAGO GIORDANO / LA VOZ DEL INTERIOR

"Una voz que sabe conjugar sensibilidades"

Santiago Giordano sgiordano@lavozdelinterior.com.ar

Calificación: muuy bueno. Teresa Parodi. Temas de María Elena Walsh, Jorge fandermole, Jorge Drexler, Atahualpa Yupanqui, Teresa Parodi y otros. Músicos: Lucas Homer (bajo), Ramón Córdoba (guitarra), Fernando Correa (acordeón), Ezequiel Parodi (guitarra). Arreglos y dirección musical: Marcelo Perea. Producción artística: Marcelo Perea. Sello: Sony Music. Cuando se menciona a Teresa Parodi, lo primero que surge como referencia es su dimensión de autora y compositora. Y es lógico que así sea, sobre todo cuando acuden a la memoria El Purajhei de Teresa Parodi (1985), o Mba-e Pa Reicó, Chamigo! (1986), trabajos en los que desde una mirada descentrada de los lugares comunes, describió paisajes y gentes de su tierra, el Litoral; o los más recientes Soy feliz (2003) y Pequeñas revoluciones (2005), en los que entre intimidad y declamación amplía su geografía hacia adentro y hacia afuera. Sin embargo, detrás de esas canciones que superaron su voz hasta hacerse costumbre de muchos, había una intérprete de voz profunda y pronunciación personal. Como ya había hecho en Parte de mí (1996), esa intérprete atenta, capaz de hacer propio lo ajeno a fuerza de sensibilidad, vuelve a ponerse adelante. De eso se trata Corazón de pájaro, el trabajo publicado por Sony Music. Temas como Barco quieto, de María Elena Walsh; Tú que puedes vuélvete, de Atahualpa Yupanqui; Oración del remanso, de Jorge Fandermole; Soledad, de Jorge Drexler; Me gusta Jujuy cuando llueve, de Yunes Castillo y Iacopetti; Primera Soledad, de Tejada Gómez y Hugo Figueroa, delinean un recorrido que antes que nada resulta emotivo. Nada parece ser casual en la elección de los temas que Parodi asume con pronunciación atenta, diversidad de matices y un gesto preciso de emoción ahí donde la voz parece sacrificar su redondez para sumar sentido de las palabras. La misma. Intérprete y compositora se encuentran con la misma intensidad y emparejan sus registros en Tarumba, la zamba Pastora de soledades, el huayno Paloma palomita –con Mariana Baraj como invitada–, la cueca La inesperada –con Rodolfo Sánchez en Percusión– y el tema que da nombre al disco, compuesto en colaboración con Horacio Molina, que además pone su voz. Lucas Homer (contrabajo), Ramón Córdoba y Ezequiel Parodi (guitarras), desentrañan con delicada mesura los arreglos del pianista Marcelo Perea, que evitando lo superfluo, con sencillez y transparencia, trabajan para una intérprete que con lo propio y lo ajeno habla de lo mismo.

COMENTARIO DE MARIANA MACTAS / DIARIO CRITICA

No siempre la elección de un productor artistico asegura un buen disco. Hay veces en que los trabajos terminan demasiado cargados, como sobreproducidos. Hay otras ocasiones en que la dirección del álbum ni siquiera queda clara. Lo que hizo Teresa Parodi, junto al aporte de Marcelo Perea, va por otros carriles: sacó un disco marcado por el equilibrio musical, entre la austeridad y la exquisitez, en la elección del repertorio, en la voz de la correntina, en los arreglos. Así, cada tema tiene su identidad. Algunos puntos altos: la sentida versión de “Soledad”, de Jorge Drexler, o el precioso dúo con Horacio Molina en la canción que le da título al álbum.